viernes, 1 de enero de 2010

Los locos de Copenhague (Cuento de navidad)



Como esta historia se desarrolla en el país del fabuloso Hans Cristian Andersen vamos a tratarla como lo que es... un cuento.

Había una vez un reino precioso llamado Dinamarca al que todo el mundo civilizado tenía como simpático ejemplo y bonito modelo de cómo debían de hacerse las cosas. Un día se decidió hacer una reunión muy importante en una de sus ciudades, que se llamaba Copenhague. Hasta allí llegaron los reyes y los enviados de prácticamente todos los países (ricos) porque estaban algo preocupados ya que al parecer, aunque no era seguro del todo, una amenaza se cernía sobre absolutamente todos ellos. Resultaba que habían descubierto que las vacas se tiraban unos pedos malísimos que amenazaban con destruir la tierra. El problema era que ninguno de aquellos reinos y países quería reducir el número de vacas y estuvieron mucho tiempo dejando el tema de lado hasta que decidieron buscar una solución. Por ello, antes de navidad se reunieron en la bonita Copenhague. Pero entonces un montón de personas malas, que además estaban locas y no tenían nada mejor que hacer, se reunieron delante del palacio donde estaban todos los reyes sabios y empezaron a protestar diciendo autenticas tonterías como: ¡¡ La culpa no es de las vacas, es del modelo de desarrollo que hemos elegido!! ¡¡Daros prisa en encontrar una solución!!. Así que como se pusieron tan pesados los soldados buenos del reino tuvieron que darles unos golpes para que se fueran de allí… Pero aquellas personas malas eran tan listas que varias de ellas consiguieron colarse disfrazadas en el palacio y sacaron un cartel con el que persistían en su locura. Los soldados se enfadaron mucho porque al conseguir entrar al palacio les dejaron en ridículo. Así que los metieron a todos en la cárcel y les castigaron sin navidad para que aprendieran a ser buenos… Así, los reyes volvieron a sus países muy felices, aunque sin haber solucionado el problema de las vacas… porque, en realidad, era lo contrario a lo que decían los locos… “No había ninguna prisa”.

La moraleja de este cuento es “No seas un loco como, entre otros, Juan López de Uralde, el director de Greenpeace España, y no te quedaras sin navidad”

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