lunes, 4 de enero de 2010

NOCHE DE REYES (La peor cabalgata del mundo)


Hace mucho, mucho tiempo, aun no conocia el secreto, pero con 7 años, tras asistir a "la peor cabalgata del mundo", comence a sospechar la desilusionante realidad. Fué en mi barrio, y lo que debía haber sido un momento mágico, se convirtió en algo perturbador e inquietante hasta el punto de que aún no he podido olvidarlo. Aquella fría tarde-noche de Enero, protegida mi cabeza y cara por un verdugo que pícaba horrores, cruzó la Avenida de Moratalaz un cortejo salido del infierno de Dante. Lo abría una ruidosa excabadora amarilla con un remolque sobre el que unos niños vestidos de duendes verdes abrio fuego lanzando caramelos con una potencia tan brutal que vi a más de un pequeño llorar tras ser alcanzado en la cara por su impacto. Seguia a la excabadora la banda municipal tocando el villancico "Ya vienen los Reyes", y así era. Subidos en un camión de "auto escuela Rayo", allí estaban los supuestos reyes, pues ante mi perplejidad habia dos Melchor, ambos con barba blanca, cuando todo niño sabe que Melchor tiene la barba blanca y Gaspar marrón... pero mi ilusión aun debia recibir el golpe definitivo, aun gritaba feliz el nombre de Baltasar - el que segun me habia dicho mi familia era mi rey - hasta que vi su cara, aquello resulto ser una de las experiencias más inquietantes de mi vida... La cara de Baltasar se estaba derritiendo... unos churretes negros manchaban su capa, dejando al descubierto la carne rosa de su cara mientras él, mostrando con su sonrisa una gran dentadura respladecietemente blanca, repartía caramelos ajeno a su propia descomposición. Me quedé callado, perpejo... no entendía nada. Los regalos que me dejarón al día siguente, especialmente el helicóptero de Madelman, me hicieron olvidar el incidente, pero durante la hora de la comida dieron en televisión imágenes de algunas de las cabalgatas que se habían realizado por el país, y ví que en Bilbao, Sevilla, Barcelona o Valencia los reyes cambiaban de aspecto físico de manera brutal... Dos días despúes, un compañero en el recréo del colegio me reveló la dura realidad... Y aunque cuando fuí a pedirle explicaciones a mí madre, está trató de mantener la magia, todo encajaba... Tocaba hacerse mayor.

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